‘Machucao’: ¿qué pasó con el comediante de ‘Risas y salsa’?
En los años 80 y 90, el programa humorístico ‘Risas y salsa’ fue uno de los más populares del Perú. No había un solo peruano que se lo perdiera. Este show estaba conformado por comediantes experimentados y también algunos nuevos, como era el caso de Elmer Alfaro, más conocido como ‘Machucao’.
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Elmer Alfaro era parte del sketch ‘El pícaro’ junto al reconocido actor Adolfo Chuiman, quien ahora es una de las estrellas de ‘Al fondo hay sitio’. Aunque ‘Machucao’ tuvo éxito como actor cómico y logró ganarse un nombre en la televisión, unos años después decidió ir por un camino totalmente diferente. ¿Qué pasó con su carrera?
Los inicios de Elmer Alfaro
El comediante nació en Trujillo, pero llegó a Lima cuando era niño y se quedó a vivir para tener más oportunidades. Su madre no quería que estuviera en el mundo del espectáculo, pero la pasión de ‘Machucao’ era el arte y estuvo en teatro desde adolescente. En la escuela Marina Mercante se dio cuenta que quería dedicarse a la comedia.
Luego de su paso por la escuela, Elmer Alfaro formó parte de Histrión, donde compartía escena con Analí Cabrera, Rodolfo ‘Felpudini’ Carrión y Adolfo Chuiman, quienes con el tiempo serían sus grandes amigos. Todos eran dirigidos por el productor Efraín Aguilar.
Su apogeo en la fama
A inicios de los ochenta, llegó a ‘Risas y salsa’ por Panamericana Televisión. En aquella época, nuestro país atravesaba una fuerte inestabilidad económica, y este espacio significaba un momento de distracción para muchos peruanos.
Algunos de los sketches más populares eran: ‘El microbusero’, ‘La Santa Paciencia’, ‘La banda de Choclito’ y ‘El pícaro’, siendo este último con el que Alfaro llegó al apogeo de su fama junto a Adolfo Chuiman. El origen pseudónimo de ‘Machucao’ nace como un homenaje al raspado de hielo trujillano, postre del lugar de nacimiento de Alfaro.
¿Qué hace Elmer en la actualidad?
Alfaro se ganó un nombre en el mundo de la actuación, pero viajó a Estados Unidos en busca del “sueño americano”. Al inicio solo quería ir por un tiempo, pero al final se quedó y con el tiempo su familia lo acompañó. “Yo pensé irme a trabajar por unos meses, traer unos dólares y continuar, pero por una circunstancia ya no pude salir. Había que sobrevivir y tuve que hacer muchas cosas como todos los migrantes”, comentó.
“Fui preparado para lavar platos y baños, pero también llevé un plus: yo hacía dulces norteños, chancaquitas de manjar blanco, que vendía a los peruanos, pero luego cambié de giro”, declaró Elmer al medio El Peruano. Viviendo allá, decidió convertirse en notario. Tras estudiar algunos cursos, formalmente se dedicó a la notaría, trabajo que hasta el día de hoy desempeña y con el que ayuda a otras personas en el exterior a gestionar sus documentos notariales.
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